En estos días nos acompaña toda la controversia con Lance Armstrong.
El daño que ha supuesto para el ciclismo, y que posteriormente se lucrara de
ese daño concediéndole una maravillosa entrevista a la diva de la televisión,
Oprah Winfrey, ha sido un claro ejemplo de cómo la deportividad, y con ella el
respeto, se pierde por parte de los aficionados. Pero para ser sinceros, Lance
sigue siendo el campeón sucio entre los sucios, el ciclismo bate records, si
tras Lance buscamos al inmediato campeón limpio de haberse inyectado nada, tal
vez deberíamos otorgarle el premio al 30.
Ante tal decaimiento del panorama deportivo y toda la repercusión
que ha tenido en los medios, no hay que perder la esperanza en la humanidad.
Vamos a repasar un caso que se dio el 2 de diciembre del año pasado en Navarra,
es el caso de Iván Fernandez Anaya.
Iván participaba en un Cross que se daba en la localidad
de
Burlada, por delante de él se erigía distanciado el atleta keniata Abel
Mutai, bronce en los juegos olímpicos de Londres. A escasos diez metros
de cruzar la meta, el medallista olímpico se paró y comenzó a saludar al
público creyendo que ya había ganado, Iván, que iba segundo, observó el error
de su contrincante, pero lejos de acelerar y aprovechar la oportunidad para quedar
primero comenzó a hacer al gestos al keniata, incluso a empujarle, para que
cruzase la meta antes que él.
Debió ser complicado, en escasos segundos, tomar una decisión
así, ¿verdad?, pues la realidad es que no.
“No merecía ganarlo. Hice lo que tenía que hacer” –
declaraba Iván a El País - “Él era el justo vencedor. Me sacaba una distancia
que ya no podía haber superado si no se equivoca. Desde que vi que se paraba
sabía que no iba a pasarle”.
Un acto heroico de
deportividad que, por desgracia, no ha recibido su merecida atención por los
medios. El artículo de El País se publicaba el 14 de diciembre de 2012, dos
semanas después de que se celebrara el cross, y el motivo fue que la historia
de Iván ya se había popularizado en la sociedad a nivel global.
Pero, si los medios convencionales
hicieron caso omiso de la noticia, ¿cómo ha llegado este atleta vitoriano de 24
años a oídos de la prensa internacional? La respuesta es, una vez más:
Internet.
Pequeños gestos que dejan una gran huella, y allá donde no llega la prensa llega la sociedad que postea y repostea, especialmente se aprecian este tipo de acciones ahora que la humanidad parece tan degradada.
Nos quedamos con las palabras de que concedió Iván a la prensa: “Creo que ha dado más nombre haber hecho lo que hice que si hubiera ganado. Y eso es muy importante, porque hoy en día, tal como están las cosas en todos los ambientes, en el fútbol, en la sociedad, en la política, donde parece que todo vale, un gesto de honradez viene muy bien”.
